Había una vez hace 100 años un planeta donde no existían los dinosaurios. Corrían rumores de dragones y serpientes emplumadas, pero muy pocos sabían de los huesos que escupía la Tierra aquí y allá. Todo cambió cuando un enemigo declarado del detective Sherlock Holmes dirigió la mirada hacia una zona remota de Sudamérica donde había... ¿dinosaurios? ¿en 1912? ¿en Venezuela? ¿cómo sucedió eso?
La pregunta surgió por primera vez hace ya bastante tiempo, arriba de un autobús construído para la ciudad que en ese momento avanzaba a toda velocidad por una carretera maltrecha hacia la Gran Sabana venezolana. Después de pasar por controles militares y campamentos mineros, la micro desembocaba en una carretera que dividía en dos una gran extensión de verde. Entonces vi por primera vez las islas voladoras, esas mesetas conocidas como tepuis.
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