Hace unos días, perdido en un pequeño pueblo boliviano rodeado por montañas selváticas, conocí un brasileño dedicado a buscar minerales. Al paso de unas cervezas, contó de su regreso a una zona de su país donde antes había granjas productoras de alimentos y frutas, y donde ahora no hay nada, ni gente, ni pueblos, sólo enormes campos de caña de azucar destinados a abastecer los fabricantes de un combustible cuyas virtudes ecológicas son cuestionadas, el etanol.
Últimos comentarios