El ruidoso silencio de las ciudadelas que han sido engullidas por la selva desde hace cientos de años reinaba en Kuélap esa tarde. Las ruinas estaban vacías, salvo por el rumor de algunos picaflores, las melenas de las bromelias, y la presencia fantasmal de quienes construyeron esta fortaleza encima de un abismo, muy cerca del cielo, un desafío a la naturaleza.
La imaginación arrecia al medio de un monumento preincaico de esta magnitud, en el norte de Perú. Es como estar al medio de un sueño o de una novela de juventud...
Últimos comentarios