Abrir los ojos sin premeditación a las cuatro de la mañana para encontrarse expulsado hacia este lado de la realidad puede ser dramático. Aunque de pronto en la oscuridad se dibuja una fecha: 10 de septiembre de 2008. Miro por la ventana como si fuera un acto reflejo: el mundo aún existe y nada parece perturbar el avance de la noche hacia el día. Ni siquiera el hecho que se haya puesto en funcionamiento el más grande acelerador de partículas del mundo, un experimento tan famoso como incomprendido donde en teoría podría replicarse el Big Bang universal.
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