El tiempo lo podemos medir, pero no sabemos detenerlo y ni siquiera logramos definirlo de manera satisfactoria, su naturaleza es escurridiza. Pensaba en esto mientras el año 2010 terminaba para siempre, rumbo al mecánico que había restaurado el automóvil negro como la noche. Quizás porque este automóvil en realidad es una máquina del tiempo.
Apareció de repente en un aviso clasificado, cargado de una relatividad inquietante: todo había cambiado, las personas, el espacio también, pero la máquina parecía la misma, indiferente a las ondas o a los rayos o a las espirales de los años, de las horas y sus secuaces.
Tanto el automóvil como el niño de la foto original están al borde del medio siglo pues sus certificados coinciden en cuatro números de nacimiento: 1961. En el caso del niño-adulto está claro, pues al momento de escribir esto tiene 49 años y unos cuantos días. La medida del tiempo es implacable, precisa. El mecánico, cuyo nombre es Abraham, es más poético y cruel al desarmar el tren delantero del carro, un VolksWagen Karmann-Ghia: "esto está muy viejo".
No siendo amante de los carros, el gran motivo para comprar este Karmann-Ghia había sido la foto, tal vez de 1963, tomada en Washington. No la tenía pero la recordaba (y después la recobré). Sabía que estaba en esa foto con mi madre. También tenía el recuerdo de la leyenda según la cual, cuando volvimos a Sudamérica, mi padre dejó el carro estacionado en el aeropuerto y llamó a un amigo para que viniera a buscarlo.
En el episodio siguiente, un Karmann-Ghia gemelo, pues sería demasiado pretender que fuera el mismo, apareció en un aviso de internet en Lima. Apenas lo vi me puso a soñar con el paso del tiempo, y en cómo se notaba en las personas, pero no en el carro. Poco a poco los achaques de la máquina han tenido solución, y este primer día de 2011 anduvo muy bien.
Lo que no tiene solución es el misterio del tiempo. Si en el espacio, al cual está espaciotemporalmente hermanado, hay distancias, ¿en el tiempo qué hay? La definición de la Wikipedia no ayuda: en física, el tiempo está definido por su medición, el tiempo es lo que marca el reloj.
Link: http://en.wikipedia.org/wiki/Time_in_physics
Hace 13.700 millones de años una gran explosión causó el nacimiento del tiempo. Y en una billonésima de segundo surgió el espacio. Esto ha salido en los diarios. Eso fue lo que el universo se tomó para expandirse a dimensiones que superan lo que nosotros podemos ver (y comprender). 400 millones de años después, que no sé si fue mucho o poco, porque seguramente ya estaba todo relativizado, surgieron las primeras estrellas.
El tiempo, es un misterio casi tan grande como el de la nada, que puede llegar a ser obsesivo, en especial para los niños de diversas edades. ¿Cómo es la nada? es la pregunta, sabiendo que cualquier respuesta es una negación misma de la nada. Pero la pregunta puede quitar el sueño. Y por cierto, antes del tiempo, ¿qué había? ¿existía el espacio? ¿o no había nada? ¿o había nada, mejor dicho?
Todas estas dudas parecen resueltas por el hecho que desde el comienzo de la civilización hemos contado con mecanismos para medir el tiempo. Pero las dudas arrecian, ¿uno mide el tiempo, o simplemente cosas que ocurren, como la rotación de un planeta? Lo cierto es que, según nos cuentan, si uno sale del planeta la medición del tiempo es diferente. Quién sabe si eso significará también que el tiempo mismo es distinto.
Entrar en las discusiones de la física sobre el concepto del tiempo es imposible para quienes no somos iniciados. Incluso hay quienes sacan cálculos para hipotéticas máquinas del tiempo desafiando lo aparentemente imposible. hablan que si del concepto de Newton y la visión más compleja a partir de Einstein, que si la física cuántica, el campo gravitacional y... los viajes a la velocidad de la luz. ¿Cómo es eso que los astronautas que fueran a dar un paseo a la velocidad de la luz volverían en el futuro? ¿no es esa realmente una máquina del tiempo? Las preguntas de los legos son infinitas, si es que el concepto de infinito no está devaluado.
Después de comprar el carro y pensar sobre todas estas cosas trascendentales, encontre un artículo de interés atemporal en el NYTimes, llamado 'El tiempo que creíamos conocer' de Brian Greene. Había llegado este 1 de enero a toda velocidad (el carro no pasa de 90 en autopista, relativamente menos en las calles de Lima) a un malecón tardíamente amanecido a leer: si uno aborda una nave espacial que viaja a 99,999999 por ciento de la velocidad de la luz durante seis meses y entonces regresa a la Tierra a la misma velocidad, tu reloj funcionará más lento que el de tus colegas terrícolas, de modo que tú serás un año más viejo, pero en tu querido planeta habrán pasado 7.000 años. Es decir, habrás viajado al futuro, sin importar dónde hayas ido, espacialmente hablando.
Link: http://www.nytimes.com/2004/01/01/opinion/the-time-we-thought-we-knew.html
Otra perla se refiere a los aceleradores de partículas tan de moda últimamente. Se disparan protones y electrones casi a la velocidad de la luz, lo cual desacelera sus relojes, y entonces, ¿viajan al futuro? Claro que 'tu' reloj o el de las partículas no es como el Rolex o el Seiko, ni siquiera el de Greenwich ni uno de esos relojes atómicos. Mide el paso del tiempo, pero no te da la hora.
Greene se rinde ante la evidencia de que la experiencia está dominada por el tiempo. 'Pero, ¿qué es el tiempo?' se pregunta. Y responde, antes de iniciar sus elucubraciones, que el concepto del tiempo que manejamos en nuestro día a día es 'ilusorio'. Y ojo no se refiere a la impuntualidad.
A comienzos de 2010, como si fuera un presagio, desperté en la mitad de la noche y fui a apagar la luz en el cuarto de mi hijo, en Santiago. En el momento en que tocaba el interruptor los vidrios comenzaron a temblar, el concreto crujía, se oían caer los vidrios y a lo lejos veíamos explosiones, los dos abrazados debajo de un dintel. ¿Cuánto tiempo duro el terremoto? Las medidas oficiales parecen irrelevantes, el tiempo tiene otra cualidad en esos momentos. Se estira. Y luego el recuerdo se va difuminando. Ya pasó un año y a veces parece que fue un sueño.
Un año poco agraciado, según algunos. Fuera de las dinámicas propias de un mundo en permanente convulsión, está la historia personal, esa delgada línea constantemente jalada para un lado o para otro, por acontecimientos inesperados o provocados. Anoche pensaba en la partida de R, que ni siquiera imaginábamos hace un año, y que fue una parte tan importante de mi vida, y sentía como si la realidad se hubiera desestabilizado. Mi sensación no tenía nada que ver con el espacio, estaba llena de tiempo.
Quizás porque durante la noche escuché esa canción de la Sonora Ponceña: "remembranzas de un pasado que ha empezado ayer".
Desde luego que el verdadero misterio del tiempo, el que experimentamos los humanos en ese día a día, es siempre ilusorio. ¿Por qué pasa más lento cuando somos más jóvenes? ¿por qué demora tanto cuando estamos aburridos? ¿por qué la felicidad se acaba tan rápido? ¿en qué momento pasaron todos estos años? Y nos reafirmamos: el tiempo vuela, el tiempo es oro, el tiempo pasa, el tiempo nunca vuelve, el fin de los tiempos. ¡Tiempo libre! Antes, después, pasado, futuro.
Las convencionalidades, a veces provoca olvidarlas, y cambiar las horas por momentos. O reivindicar que la parte más pequeña del tiempo, su partícula más pequeña, es en realidad un instante. El instante es relevante, porque no es una medición simple, es una apreciación cualitativa: se fue en un instante, duró un instante, o como el instante mucho más intenso que relata Anne Sexton en su famoso poema, y que también forma parte de la historia del tiempo personal, y de lo que se lleva 2010:
Este hombre,
esta mujer
con el hambre de ellos dos,
han tratado de correr
la cortina de Dios,
y por un instante lo lograron,
aunque Dios
en su perversidad
desata el nudo.
Los antiguos griegos, que parecían tener bastante tiempo para pensar en estas cosas, se inventaron (si es que no existió en realidad) un ser mitológico: Chronos. Aparece en las estatuas alado, con una barba larga como correspondía a los sobrenaturales: era la personificación del tiempo.
Y divagando sobre el tiempo poético y mítico, me asalta este 1 de enero la palabra otrora: significa "en otro tiempo".
Pensado lo cual vuelvo al Karmann Ghía que está allí, listo para rodar de nuevo. Y que es al mismo tiempo otrora y ahora.
(Escrito en Lima. En las fotos, María Cristina Sanhueza, Titina, y Luis Córdova Sanhueza)
Luigi, me encantó este artículo sobre el tiempo. El auto es increíble. espero con ansias tu llegada para un abrazo fraterno. Te quiero mucho. F
Publicado por: Francisca Araya D. | 14/05/2011 en 08:05 p.m.
El tiempo es un amigo a la hora de ayudarnos a olvidar y complice cuando reacomoda nuestros recuerdos a nuestra conveniencia. Es perverso cuando nos hecha en cara aquellos malos momentos que deseariamos olvidar...
Es una delicia a veces, a ratitos. Y los Cordovas han estados en muchos de esos ratitos incluyendo a R.
Besos y gracias por regalarme parte de tu tiempo
Publicado por: gina Rojas | 03/01/2011 en 01:49 p.m.
Prefiero pensar que el tiempo es el que vendra y no el implacable.. como la amistad que nos une. Gracias por estas lineas, sigue escribiendo y hazno mas adictos a tus historias de mediaverdades que nos ilusionan y nos llenan de goce.
Otrora, hoy manhana saludos y mis afectos sinceros a la familia Sanhueza, nuestro tio R, incluido, asi como al Sr Cordova. Mis mejores deseos
Y para ti Luis amado amigo... todo el amor que pueda darnos nuestra existencia ahora y siempre, no voy en tren, voy en Karmann Ghía
Muack muuuua, mariveni
Publicado por: mariveni | 03/01/2011 en 12:34 p.m.
¿Así que ahora andás circulando en Lima en un Karmann-Ghía? Me parece genial la historia del carro, ¿te imaginás si fuera el mismo?
Tus reflexiones sobre el tiempo me recordaron un libro que leí décadas atrás, si no me equivoco se llama "Einstein's Dreams". Es una novela en la que Einstein está obsesivamente trabajando en su teoría de la relatividad y cada capítulo del libro es un sueño sobre el tiempo.
Publicado por: Marco | 03/01/2011 en 11:02 a.m.
Que increible como pasa el tiempo primo.
Aunque a veces se agradece ese paso, hace que ciertas cosas se tornen mas soportables.
Pensar en mi papa hoy en dia hace que tiempo se detenga un pocquito no?
Cariños enormes!!!
Camila
Publicado por: Camila Sanhueza | 03/01/2011 en 09:48 a.m.
Me gusta mucho lo que escribiste. Lloré pensando en Ricardo, cuanto lo compartimos, cuanto significó. El carro en mi recuerdo es mucho más vago (y graaande), pero también lo recuerdo. La fecha de la foto no es 1963, por que yo nací ese año y de hecho estoy en la foto!! (me obviaste)se vé mi brazo atrás de mi madre. Besos, Pía.
Publicado por: Pia | 02/01/2011 en 12:45 p.m.
Increible !! Luis A lo leo mil veces, la vida.......
Publicado por: rosmy cordova claure | 02/01/2011 en 09:54 a.m.
esta es una prueba
Publicado por: luis | 02/01/2011 en 09:31 a.m.