Recuerdo que era una noche cualquiera: abrí los ojos y me levanté para apagar la luz en el cuarto de mi hijo. Nunca supe qué me despertó justo en ese momento, unos segundos antes. En medio de una gran calma nocturna fui caminando por el pasillo, lo miré dormido. En el momento en que bajaba su persiana comenzaron a moverse los vidrios y en un instante estábamos al medio de un infierno. Ya pasó un año del terremoto de Chile, eran las 3 y 34 de la mañana.
Últimos comentarios